¿Cambio climático? La entrada del mar en Ocean Park

Esta y todas las fotos subsiguientes por Eric Alvarez ©2014.
Para el año 2001, y  tal vez hasta el 2005, era asiduo del simpático hostal en el sector de Ocean Park en San Juan, Puerto Rico. Una experiencia reciente en el mismo lugar me ha provocado compartir algunas reflexiones.

Esta es una zona residencial contigua a las playas de la costa norte de la región que comprende el municipio. La costa se extiende desde el islote donde radica el Viejo San Juan y sigue su curso por toda la zona noreste y noroeste de la isla de Puerto Rico. Hacia el este, la costa se extiende hasta el municipio de Fajardo, probablemente cerca de unas 100 millas desde la punta oeste de la isla hasta ese municipio.

Pero la razón de ser de esta nota no es demarcar los límites geográficos y las distancias de esta isla caribeña. Lo que sí es importante observar, antes de continuar, es que en la costa norte de Puerto Rico, y particularmente frente a toda la costa de San Juan, se encuentra la zona más profunda del océano Atlántico, conocida como la Fosa de Puerto Rico , la cual se localiza en el límite de dos placas tectónicas.

No hay que decir que las implicaciones que le plantean estos datos a la sociedad puertorriqueña, y específicamente a las autoridades gubernamentales, son de una magnitud que trasciende toda discusión politiquera irresponsable.

La formulación de política pública y, específicamente, los procesos de otorgamiento de permisos para la construcción de estructuras en zonas comprometidas por las características geológicas y geográficas, no pueden ser indiferentes a la evidencia científica, de carácter contundente y objetiva —aquella no manipulada para lograr o impulsar propósitos escondidos de cualquier índole—, que le sea sometida a las autoridades no solo respecto a los temas ambientales, sino a los riesgos inherentes a la dinámica sísmica, y a los inminentes cambios climáticos.

Todo lo anterior adquiere particular importancia si se considera que el cambio climático, y sus efectos sobre los océanos, parece haber comenzado a manifestarse con callada violencia en la zona de Ocean Park, al final de la calle Tapia en Santurce. El océano está socavando, mediante la persistente erosión y la fuerza de sus olas, los cimientos de las estructuras más cercanas a la entrada del mar, en lo que fue, en un pasado cercano, parte de la playa de Ocean Park.

Este artículo fue publicado el 16 de septiembre, pero mi visita original al lugar se produjo el 13 de septiembre. He visitado posteriormente el lugar varias veces. La última de ellas, el 17 de septiembre de 2014. A esa fecha el fenómeno continuaba y el movimiento de las olas manifestaba no sólo volumen y corrientes, sino el proceso de destrucción de las murallas e, incluso, de los cimientos, de los edificios en dirección al Último Trolley desde el final de la calle Tapia, así como la pérdida o erosión de la arena como consecuencia de la fuerte resaca del impresionante oleaje.

El evento no luce ser pasajero debido a que la destrucción de las verjas de cemento, y la socavación de estructuras en lo que antes era playa sugiere un impacto de un tiempo mayor que el producido por un fenómeno de apenas unos días. Este evento se ha producido aparentemente durante meses muy recientes, sin coincidir con el paso de sistemas tropicales de importancia, mucho antes de la llamada “marejada de los muertos” a principios de noviembre, y antes del período de “invierno” isleño y la llegada de los frentes fríos en enero y febrero.

Las zonas de Ocean Park y el Condado, por su parte, nunca han tenido sistemas de dunasal menos no de un volumen importante de arena en los últimos 20 a 30 años, razón por la cual se facilita la entrada del mar en el caso de cualquier evento propio de la naturaleza en el trópico, y mucho más ante las circunstancias climáticas y geológicas que pueden afectar a la isla. La ausencia de los sistemas de dunas, que operan como defensas naturales contra el oleaje, tiene consecuencias más graves aún debido a los efectos dramáticos que se anticipan han de tener los cambios climáticos.

La inexistencia de los sistemas de dunas pueden ser producto de diversos factores naturales. Sin embargo, el factor humano, la autorización por las autoridades de las actividades de extracción de arena y la construcción de edificios en lugares de sensible impacto ecológico es, a mi entender, la causa eficiente y principal de este daño, y de los riesgos a la vida y propiedad que le están planteados a miles de residentes en las zonas costeras.

Quienes visitamos alguna vez el hostal de la calle Tapia en Ocean Park podemos recordar el amplio espacio de playa al final del cual rompían las olas. Eso fue años atrás. En la actualidad, tal vez de unos meses a esta parte, como muestran las fotos a continuación, el océano ha reclamado el espacio de la playa para sí, en lo que parece ser un reflejo del aumento en los niveles del mar mucho más acelerado que el previsto por los científicos hace unos años.

[Nota de15 de octubre de 2018: Toda la discusión —no contaminada por el germen de intereses económicos estrechos— y la experiencia concreta en cuanto a la aceleración del cambio climático en los últimos años, apunta definitivamente al impacto de los océanos en las costas, y en el desarrollo de los mega-huracanes de potencias y rutas inusuales, ello para no pasar a considerar los efectos adicionales sobre áreas sensitivas para la subsistencia humana.]

Todo parece indicar que la isla está comenzando a recibir los efectos de este fenómeno en la zona de Ocean Park, el Último Trolley y Punta las Marías. Necesario ha de ser comprobar la manifestación de este fenómeno en el resto de las costas de la isla.

Queda en manos de las autoridades evaluar, y discutir con la ciudadanía, las medidas ante lo que evidentemente puede ser una situación catastrófica, al menos para los residentes de los litorales de la isla;  ese estrecho margen entre el océano, los mares, y el sector de tierra adentro, en el que las agresiones de todo tipo, por parte de heterogéneos componentes de la sociedad boricua, ha dejado su huella, una cicatriz permanente en el rostro de las costas que, paradójicamente, habría de ser la primera línea de defensa de los isleños contra los embates catastróficos de la naturaleza.

[A continuación presento unas fotos tomadas por mí el pasado sábado 13 de septiembre. Tal vez la más impresionante es la que permite apreciar la entrada del océano en relación a donde quedaron las boyas para definir la zona para los bañistas. Esta última es la foto de cierre.]










(Editado el 17 de septiembre de 2014; 21 de septiembre de 2014 y el 15 de octubre de 2018.)

Comentarios

  1. Excelente artìculo. Si me permite un comentario, en el Pueblo de Rincòn en el oeste, el efecto del cambio climàtico es evidente en àreas de la costa donde simplemente el mar ya eliminò la playa y el litoral està reducido.

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