Yoani Sánchez y Reinaldo Escobar, como en un relato de Kafka
(Ilustración tomada de Generación Y)
Como si fuera un relato de Kafka, los últimos sucesos en Cuba han provocado la articulación por el régimen de una campaña, a través de correos electrónicos y del Internet, para desprestigiar y desdeñar a los blogueros cubanos, en particular a Yoani Sánchez, y a su esposo, el periodista Reinaldo Escobar.
La campaña consiste en negar que Yoani Sánchez fue secuestrada y agredida por elementos de la seguridad del estado el viernes 6 de noviembre, y que Reinaldo Ecobar, contrario a lo que todos han podido ver a través del Internet, fuera objeto de agresión alguna por parte de unas turbas fanáticas el pasado viernes 20 de noviembre. La campaña va digida a sembrar la idea de que no ocurrió nada. Al menos, nada que constituya, para los apologistas del régimen, una agresión. Todo son "invenciones de estos disidentes a sueldo de los yanquis".
¿Cuántos moretones son necesarios para establecer el hecho de una agresión? Al alegar que Yoani Sánchez no fue agredida, los portavoces internos y externos de la dictadura no niegan que fuera secuestrada, junto a Orlando Luis Pardo Lazo, por los agentones del Estado. ¿No es ello, en sí mismo, suficiente agresión? ¿No es esta la mentalidad de los agresores contra sus parejas en los casos de violencia doméstica, y que tan bien se conoce en Puerto Rico: aquella de que no hay agresión si no median huellas evidentes? ¿Por qué habría de presentarse Sánchez a un policlínico, y someterse a un examen médico, a sabiendas de que no se identificaría lesión alguna? ¿No es suficiente agresión, en el caso de Reinaldo Escobar, la movilización de las turbas con el propósito evidente, no sólo de escarmentarlo, sino de intimidar a la ciudadanía? (Continúa)
Ante esta campaña es menester recordar la posición expresada por Reinaldo Escobar, ante las pretensiones de dividir al pueblo cubano. En un artículo titulado Una Sola Familia, en su blog Desde Aquí, con motivo del concierto de Juanes en La Habana, Escobar expresaba:
Por su parte, Yoani Sánchez ya había advertido, en un artículo publicado el 8 de noviembre, titulado La Culpa de la Víctima,lo siguiente:
¿Son estas las expresiones de unos violentos "subversivos"? Aparentemente, para la dictadura, y sus tristes portavoces, desde una destartalada y mal llamada izquierda, así es. De lo que no hay dudas es que los blogueros cubanos, por más que ello sea negado por el régimen, representan un dolor de cabeza, una espina en la garganta. Por ello, la violencia, la persecusión, la difamación para asesinar el mensajero. Esperemos que esta vez el encierro kafkiano no prevalezca.
Como si fuera un relato de Kafka, los últimos sucesos en Cuba han provocado la articulación por el régimen de una campaña, a través de correos electrónicos y del Internet, para desprestigiar y desdeñar a los blogueros cubanos, en particular a Yoani Sánchez, y a su esposo, el periodista Reinaldo Escobar.
La campaña consiste en negar que Yoani Sánchez fue secuestrada y agredida por elementos de la seguridad del estado el viernes 6 de noviembre, y que Reinaldo Ecobar, contrario a lo que todos han podido ver a través del Internet, fuera objeto de agresión alguna por parte de unas turbas fanáticas el pasado viernes 20 de noviembre. La campaña va digida a sembrar la idea de que no ocurrió nada. Al menos, nada que constituya, para los apologistas del régimen, una agresión. Todo son "invenciones de estos disidentes a sueldo de los yanquis".
¿Cuántos moretones son necesarios para establecer el hecho de una agresión? Al alegar que Yoani Sánchez no fue agredida, los portavoces internos y externos de la dictadura no niegan que fuera secuestrada, junto a Orlando Luis Pardo Lazo, por los agentones del Estado. ¿No es ello, en sí mismo, suficiente agresión? ¿No es esta la mentalidad de los agresores contra sus parejas en los casos de violencia doméstica, y que tan bien se conoce en Puerto Rico: aquella de que no hay agresión si no median huellas evidentes? ¿Por qué habría de presentarse Sánchez a un policlínico, y someterse a un examen médico, a sabiendas de que no se identificaría lesión alguna? ¿No es suficiente agresión, en el caso de Reinaldo Escobar, la movilización de las turbas con el propósito evidente, no sólo de escarmentarlo, sino de intimidar a la ciudadanía? (Continúa)
Ante esta campaña es menester recordar la posición expresada por Reinaldo Escobar, ante las pretensiones de dividir al pueblo cubano. En un artículo titulado Una Sola Familia, en su blog Desde Aquí, con motivo del concierto de Juanes en La Habana, Escobar expresaba:
Reconciliación no sólo entre las polaridades más visibles: víctimas y victimarios de uno y otro grupo, sino también entre los que dejaron de hablarse por discrepancias políticas, entre quienes fueron carcomidos por la sospecha de que el otro era de la CIA o del G-2, vendido oportunista o mercenario sin conciencia. Será difícil, pero imprescindible, porque si los cimientos no son fundidos con el material que la paz y la reconciliación proporcionan, la libertad terminará siendo un perro rabioso que nos morderá a todos.
La plaza estaba llena, no sólo de personas, sino de modos de pensar, de tendencias y credos. Nadie puede dividir en dos bandos a toda una nación. A ver, usted que me está leyendo, ¿en cuál saco quiere que lo echen?, ¿donde van los que hicieron explotar un avión en pleno vuelo en el que viajaba nuestro equipo de esgrima, o en el que están los que hundieron el remolcador 13 de marzo, cargado de inocentes? ¿En el saco de los que ahorcaron al alfabetizador Manuel Ascunce o en el de los que ordenaron derribar dos avionetas desarmadas? La gente que vi en la plaza el pasado domingo no cabía en ninguno. Los jóvenes que acompañaban las canciones tenían sus ojos puestos en el futuro, no digo que fuera un coro de ángeles, pero no seré yo quien los satanice como “cómplices de la dictadura”. Que los cubanos seamos una sola familia es un hermoso y necesario propósito, gústele a quien le guste y pésele a quien le pese.
Por su parte, Yoani Sánchez ya había advertido, en un artículo publicado el 8 de noviembre, titulado La Culpa de la Víctima,lo siguiente:
Después de una agresión, hay ciertos miopes que culpan a la propia víctima por lo ocurrido. Si es una mujer que ha sido violada, alguien explica que su falda era muy corta o que se contoneaba con provocación. Si se trata de un asalto, los hay que sacan a relucir el llamativo bolso o los brillantes aretes que despertaron la codicia del delincuente. En caso de que se haya sido objeto de la represión política, entonces no faltaran quienes aleguen que la imprudencia ha sido la causante de tan “enérgica” respuesta. La víctima se siente -ante actitudes así- doblemente agredida.
Las decenas de ojos que vieron como a Orlando y a mí nos metieron a golpes en un auto, preferirían no testificar, sumándose así al bando del criminal.
El doctor que no levanta un acta de maltratos físicos porque ya ha sido advertido de que en este “caso” no debe quedar ningún documento probando las lesiones recibidas, está violando el juramento de Hipócrates y haciendo un guiño cómplice al culpable. A quienes les parece que debería haber más moretones y hasta fracturas para empezar a sentir compasión por el atacado, no sólo están cuantificando el dolor, sino que le están diciendo al agresor: “tienes que dejar más señales, tienes que ser más enérgico".
Tampoco faltan los que siempre van a alegar que la propia víctima se autoinfligió las heridas, los que no quieren escuchar el grito o el lamento a su lado, pero lo resaltan y lo publican cuando ocurre a miles de kilómetros, bajo otra ideología, bajo otro gobierno. Son los mismos descreídos a los que les parece que la UMAP fue un divertido campamento para combinar la preparación militar y el trabajo en el campo. Esos que aún siguen creyendo que haber fusilado a tres hombres está justificado si de preservar el socialismo se trata y que cuando alguien golpea a un inconforme, es porque este último se lo buscó con sus críticas. Los eternos justificadores de la violencia no se convencen ante ninguna evidencia, ni siquiera ante las breves siglas E.P.D. sobre un mármol blanco. Para ellos, la víctima es la causante y el agresor un mero ejecutor de una lección debida, un simple corregidor de nuestras desviaciones.
¿Son estas las expresiones de unos violentos "subversivos"? Aparentemente, para la dictadura, y sus tristes portavoces, desde una destartalada y mal llamada izquierda, así es. De lo que no hay dudas es que los blogueros cubanos, por más que ello sea negado por el régimen, representan un dolor de cabeza, una espina en la garganta. Por ello, la violencia, la persecusión, la difamación para asesinar el mensajero. Esperemos que esta vez el encierro kafkiano no prevalezca.
Y para colomo, vienen algunos cubanos que supuestamente defienden la democracia a quejarse de algo como que los blogueros opacan a la disidencia y cosas así.
ResponderBorrarMuy revueltas andan las cosas dentro y fuera de la cuneta...
Un abrazo.
Lo que los gobiernos de izquierda venden como "producto cubano" lo compraron ya con desperfectos pero en la compra les devolvieron más de la cuenta, lo que nunca se atrevieron a entregar porque les convenía. Así mismo siguen vendiendo el producto, ya en desuso.
ResponderBorrarLa vergüenza del caso: lo siguen vendiendo y guiñan un ojo, no reclaman, y lo peor de todo: ni ellos mismos lo usarían en sus países...
Dentro del sistema comunista cubano, la realidad es que las posibilidades de que una persona que solamente se manifiesta en contra del mismo, logre algún resultado son prácticamente infinitidecimales. Disentir del régimen conlleva un “real and present danger”. Pregúntenle a Yoany. La conocido “bloguera” cubana que mediante el uso del internet entreabre las herméticas puertas del castrismo dejándonos atisbar la realidad cubana, conoce un poco lo que es la represión.
ResponderBorrarEn noviembre de este año, fue interceptada, montada en un vehículo donde fue golpeada y amenazada. Esta no es la primera vez, y no será la última. ¿Por qué no hay más Yoanys? ¿Es que es la única mujer valiente? No, es que el caso de Johany es especial. Yoany, desilusionada de su carrera y del sistema cubano, emigró de Cuba alrededor del año 2000. En Suiza, Yoany descubrió una nueva pasión profesional que cambiaría su vida. Después de unos años en los que ser relacionó con otros disidentes cubanos, Yoany decide regresar a Cuba, aduciendo motivos familiares. Yoany, contrario a los “cubanos de a pie” (aquellos que no forman parte del sistema) no es una desconocida fuera del mundillo cubano comunista. Gracias a eso, Yoany aun está con vida. De tratarse de una simple y desconocida disidente cubana, en el mejor de los casos, gozaría de una estadía en una de las cárceles políticas del país. Extraña igualdad del sistema. El de afuera ó el que viene de afuera invariablemente tiene unas ventajas sobre el “cubano de a pie”