Las Censuras Excluyentes (comentario a "Octavo Cerco: ¿Quién malinterpreta a quién?", por Claudia Cadelo de Nevi)



Octavo Cerco: ¿Quién malinterpreta a quién? por Claudia Cadelo de Nevi (Enlace al artículo original)

El artículo de Claudia Cadelo de Nevi, sobre el problema del espacio para la discusión sobre arte en Cuba, me retrotrajo a algunas de mis inquietudes, las cuáles he manifestado en otras ocasiones en el
Quantum de la Cuneta. En muy breves y certeras palabras, Cadelo expresa la frustración que provoca la pretensión de controlar la manifestación de las ideas, y las ideas mismas, por la dictadura. Su frustración la sentimos en nuestra piel, en nuestra garganta, en todo lo que de nuestros sentidos y nuestros órganos pueda emanar solidaridad.


En este post Claudia discute la experiencia de que se requiera de aquél que vaya a expresarse en una discusión relacionada con alguna actividad artística, que hable exclusivamente sobre temas relacionados con el Arte. Para puntualizar su observación, Claudia nos recuerda una vieja consigna del régimen: "dentro de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada". Con esa consigna se ha de establecer el criterio a seguir por los ciudadanos en sus actividades, en sus concepciones, en su manera de apreciar el arte, e incluso la labor de los artistas de todos los campos.

Una obra artística no ha de contener un mensaje que se considere "fuera de la revolución", si su autor no desea ser censurado. La labor artística no podrá dar la impresión, o sugerir, estar fuera de la revolución; lo cuál no es otra cosa que expresar una visión crítica de manera incisiva o particularmente ardiente. Para las apariencias, se mantiene un espacio mínimo que permite ciertos señalamientos, contra el sistema, el Partido, o el Comandante en Jefe, en su mayoría pusilánimes e intrascendentes. Eso es lo que se consideraría "dentro de la revolución". El criterio lo aplica el Estado y sus organismos de control social.

Del escrito se desprende que al presente se adopta similar mecanismo de control, esta vez con la guía (¿"orientación"?) de "Todo dentro del Arte, fuera del Arte, nada", dirigida a todo aquél que desee expresarse sobre determinado trabajo artístico.

El artículo de Claudia, me lleva a imaginar la escena, morbosamente claustrofóbica, de un moderador quien, como si velara por el bienestar del público, y con actitud de padrecito que aconseja a sus catequistas sobre los pecados, advierte que los comentarios o preguntas de la audiencia deberán ser todos "dentro del arte", ninguno "fuera del arte".

Lo que hace que me cuestione, de inmediato, qué se considera "dentro" o "fuera" del arte, según sea el caso, o más aún, quién habrá de hacer la determinación sobre si lo expresado está o no permitido. Es claro que el temor oficial es que alguien abra la boca en una de estas actividades, y que en sus observaciones sobre Dalí, le endilgue a la concurrencia su comparación de los relojes derretidos con la decadencia y crisis del régimen. ¡Fuera del Arte, sin dudas! ¡Callad, sino os espera el calabozo¡

Es evidente que en el análisis de cualquier trabajo artístico coexisten, en muchísimas ocasiones, elementos de la sicología, sociología o la politica, por mencionar algunos. Es por eso que limitar anticipadamente el debate, bajo el vago criterio de "todo dentro del arte", equivale a prohibir toda discusión real del trabajo artístico.

En Puerto Rico, todo esto me hace recordar la aplicación boricua de la consigna fidelista, por parte de los sectores más conservadores de la "izquierda" nacionalista: "Dentro de la nacionalidad, todo, fuera de la nacionalidad, nada...". Es la aplicación del reverso de la mordaza que impedía a los independentistas proclamar sus posiciones políticas, si no deseaban ser reprimidos, o al menos, perder sus empleos, particularmente en el gobierno.

A la altura del 2009, el fenómeno de la existencia de un nacionalismo suave que sirve de puente entre distintos sectores nacionalistas, y que al final se disuelven en la defensa del estado colonial vigente, permite que la censura y el ostracismo se aplique, esta vez, contra quienes no compartimos los postulados nacionalistas, seamos éstos estadoistas o personas de criterio independiente.

En consecuencia, se considera "pitiyanqui" o "traidor", a aquél que no acepte los postulados esenciales de la defensa de la nacionalidad o de la agresión por el "imperio yanqui" a la cultura puertorriqueña. El cuestionamiento sobre el contenido de estas consignas, convertidas en principios teóricos absolutos, se considera una afrenta inconcebible.

Se aplica, a modo de sanción, una censura velada; existe, entre muchos, el temor a expresarse de manera sincera en determinados grupos, ya que las consecuencias pueden ser apabullantes en todo sentido moral y práctico. El ostracismo se mece, como la famosa espada aquella, sobre la cabeza del individuo, amenazado por el zarpaso de la censura.

Se pretende que estos supuestos sean asumidos como totalmente ciertos e incuestionables. Sin embargo, la función de la discusión y el debate intelectual, es contribuir a la reflexión y la búsqueda de la verdad. No importa si con ello quedan cuestionados personalidades y principios enquistados, dados por incólumes o absolutamente correctos, a través de los años. No importa que en el proceso descubramos los pies de barro de héroes y heroínas, o aún la disfuncionalidad de las premisas a las que hemos estado acostumbrados. No importa, pensando en José Luis González, que revelemos que "la luna, no es de queso..."

En muchos sentidos, Claudia, no estamos tan lejos de la realidad del cubano, aunque los contextos a un nivel económico y político sean totalmente distintos. Hay culturas políticas que se parecen...

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